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Nos faltó follar
Porque comer... comiminos
¡Comer… comimos! Y tanto, amiguete.
Don Pimpón y yo éramos insaciables.
Y juntos, éramos una pareja cómica: El Gordo y El Gordo.
Qué tío más genial, más buena gente, más divertido.
Si todos los empresarios fueran así,
Yoli y los comegambas no tendrían trabajo.
Lo digo en serio, sin ironías.
Don Pimpón había sufrido de la hostia:
embargos, desahucios, quiebras…
hasta que un día, bajo un árbol (como Newton),
en un país exótico, le vino la inspiración.
Eran sus primeras vacaciones en mucho tiempo.
Había viajado con toda su familia por primera vez en años,
y pensó:
¿Cómo cojones puede ser que esté forrado y no pueda disfrutar de mi familia?
Y ahí es donde descubrió delegar.
Y de ganar mucha pasta y hartarse de trabajar,
pasó a ganar mucha pasta y montar un equipo que le permitía tocarse las pelotas a cuatro manos.
Tenía tanto tiempo libre que solía gastar los fines de semana asando un cerdo
e invitando a todo el mundo hasta que se gastaba la carne…
porque la cerveza nunca se acababa.
Pues resulta que estuve a punto de comprar el negocio de Don Pimpón
El cabrón no quería venderlo,
pero yo le caí bien.
Y estoy seguro de que no te vas a creer lo que hicimos juntos,
pero ahí va:
El día que nos conocimos,
nos comimos 100 g de jamón y 100 g de lomo con piquitos,
y una botella de vino.
Eso fue sobre las 12:00 de la mañana.
A las 14:00 nos fuimos a ponernos hasta el culo de chuletones.
Pero claro, había que pedir unos entrantes
y algo de verdurita, para disimular.
Dos botellas de vino y, cómo no, el postre.
Eso fue solo un día.
El que nos conocimos.
Otro día le regalé un jamón de mil pavos,
porque me enteré de que había usado
los créditos de la formación tripartita
para hacer un curso de cortador de jamón.
Como tocaba el violín Don Pimpón.
Nos comimos 2 kg de pan entre loncha y loncha.
Otro día fuimos a comer arroz.
Otro, a una barbacoa en su casa.
Hasta me llevó a la cena de empresa de Navidad.
Y es que para que alguien te venda su empresa,
primero te tiene que conocer.
Y en España,
comiendo y bebiendo se habla de todo,
y tarde o temprano sale tu verdadero tú.
Eso lo he vivido yo. Yo sí. Tú no, amiguete.
Prepárate para incluso ir a misa.
Porque si quieres esa empresa,
tienes que construir una relación con esa persona.
Y eso también te dará una ventaja.
Porque si eres avispao, como el toro,
te enterarás de muchas cosas, yo me enteré de que una
empresa dependía de un solo distribuidor, y desde entonces
todavía nadie la ha comprado.
Hasta el lunes.
Recuerda:
Te llevas 100.000 lerus si me presentas a un empresario zorro plateado que tenga un empresón:
Ventas 6 kilos/año, euros directos al taco, dos kilos/año limpio de polvo y paja, desde hace tres años. Que la relación ventas - neto sea de un tercio.
Que el dueño esté forrao a romper… recuerda, yo quiero ser ese también.
Una empresa sin sucesores y dueño en jubilación.
Que tenga muchos clientes, no quiero el clásico que depende de uno grande.
Te llevas 100.000 lerus solo si compro esa empresa, si no, te mando un abrazo en video, te lo prometo. Porque puede, que al final no compre un empresón, nunca se sabe lo que puede pasar en la vida.
Una empresita es lo mismo pero 10 veces más pequeña, si te quedas por aquí, te enseño a comprar o vender la tuya, y también a buscar el dinero, y a decidir abogados, y en fin a todo, pero quédate y pásale estos a inversores, por si se quieren enterar que esto es más rentable que las startups esas molonas con futbolines y gente dándolo todo de culo a culo.