Negocios aburridos

5 anillos y negocios aburridos

5 anillos y negocios aburridos.
Magic Johnson no se hizo rico jugando al baloncesto.

Ganó cinco anillos.
Se codeó con leyendas y se culió con otras leyendas también.
Pero su verdadera fortuna —más de 500 millones de dólares— no vino ni de la cancha, ni de los flashes, ni de los anuncios.

Vino de los negocios que nadie quería.

Magic empezó invirtiendo en cines.
Pero no en cualquier sitio.
Los abría en barrios de mayoría afroamericana donde las grandes cadenas no se atrevían a entrar.
Zonas consideradas “complicadas”, poco rentables, olvidadas por el capital.

Él vio lo que nadie veía.
Sabía que esos barrios tenían demanda.
Que también querían cine, ocio, comodidad.
Y además, sabía cómo conectar con esa comunidad.
Convirtió esos cines en espacios seguros, limpios, modernos.
El resultado: taquillazos. Éxito rotundo. Rentabilidad real.

Ahí es donde empieza la historia.

Magic entendió algo que la mayoría pasa por alto:
la oportunidad no siempre brilla.
A veces huele a moqueta rancia, a grasa de palomitas,
a escritura notarial con polvo.

Mientras otros firmaban autógrafos,
él solo quería cerrar reuniones.

Un día, en mitad de un partido, fue directo al CEO de Starbucks.
No le vendió humo, ni hizo un PowerPoint.
Le enseñó los números de sus cines. Crudos. Reales. Imbatibles.

Y le soltó, sin anestesia:
—Tu crecimiento está en la América urbana. Tú no la entiendes. Yo sí.

Aquel momento cambió su vida.
Starbucks firmó con él.
Magic fue el primer inversor externo autorizado para abrir locales de la marca.
125 cafeterías. 40 mercados. Todos rentables.

Aquello le dio tres cosas que valen más que cualquier ronda de inversión:
validación corporativa, historial de resultados y acceso a dinero institucional.

Con ese aval, fue a por CalPERS, uno de los mayores fondos de pensiones de EE. UU.
Les pidió 50 millones.
Tardó tres años en convencerles.
Cuando los tuvo, compró un centro comercial que estaba al 40 % de ocupación.
Lo llenó.
Y lo vendió por el doble.

Ganó 28 millones con una sola jugada.

Desde ahí, Magic dejó de pedir permiso.
Pasó a ser dueño de trozos de los Lakers, los Dodgers y los Commanders.
Dueño de verdad.
Ya no buscaba aprobación.

La lección no va de Magic.
Va de lo que tú estás ignorando mientras buscas el próximo unicornio.

Porque mientras medio LinkedIn juega a ser Steve Jobs,
hay miles de negocios feos, aburridos, sin glamour,
que imprimen dinero cada mes.

Fábricas de plástico en polígonos olvidados(¡pero hay poligoneras!)
Talleres de mecanizado con cuarenta años de historia haciéndole piezas a
los de Renfe a to lo que da el día.
Lavanderías industriales con contratos firmados a diez años, suma y sigue.

Negocios que nadie quiere, pero tú podrías comprar.

Yo no tengo una varita mágica.
Pero tengo claro que prefiero comprar algo que ya da pasta
Yo sí, tu no, amiguete.
Tu sigues queriendo montar una app esperando que el algoritmo te bendiga.

Si tú también piensas así,
no necesitas un curso.
Solo necesitas abrir los ojos, la mente
y dejar de buscar likes.

Hasta mañana.

Recuerda:

Te llevas 100.000 lerus si me presentas a un empresario zorro plateado que tenga un empresón:

  • Ventas 6 kilos/año, euros directos al taco, dos kilos/año limpio de polvo y paja, desde hace tres años. Que la relación ventas - neto sea de un tercio.

  • Que el dueño esté forrao a romper… recuerda, yo quiero ser ese también.

  • Una empresa sin sucesores y dueño en jubilación.

  • Que tenga muchos clientes, no quiero el clásico que depende de uno grande.

  • Te llevas 100.000 lerus solo si compro esa empresa, si no, te mando un abrazo en video, te lo prometo. Porque puede, que al final no compre un empresón, nunca se sabe lo que puede pasar en la vida.

  • Una empresita es lo mismo pero 10 veces más pequeña, si te quedas por aquí, te enseño a comprar o vender la tuya, y también a buscar el dinero, y a decidir abogados, y en fin a todo, pero quédate y pásale estos a inversores, por si se quieren enterar que esto es más rentable que las startups esas molonas con futbolines y gente dándolo todo de culo a culo.