- El Contraemprendedor
- Posts
- La vida no es un ensayo
La vida no es un ensayo
Elije bien el camino
Viernes de Jan Simon. Te rogamos, óyenos.
Al principio del libro, este hombre te invita a reflexionar si tomar este camino es el correcto.
Este… o cualquier otro.
Yo no tuve muchas opciones.
Venía de poner en pausa un proyecto en Dubái porque alguien se comió un murciélago manío en China.
¿O salió el virus de un laboratorio?
Qué más da.
Tenía TODO invertido allí.
Y me tocaba empezar de cero.
Después de muchos intentos fallidos, me prometí no volver a montar una empresa,
ni levantar pasta,
ni ninguna mierda más.
Tengo una habilidad para dibujar en 3D y con eso se hace mucha pasta al mes.
Y encima en remoto…
Pero entonces apareció mi amigo,
el indio pijo,
y me contó esto.
Le mandé a la playa. Literal.
Pero me conoce.
Insistió.
Y me explicó bien que comprar una empresa era lo que más sentido tenía para un tipo como yo.
Y la verdad, lo tiene.
Los cambios profesionales hay que tomárselos en serio.
Yo, rondando los 40, necesitaba estabilidad,
algo que una startup no te da,
ni montar nada desde cero.
Este modelo me ofrecía un sueldo mientras buscaba empresa,
pero es que mientras levantaba capital,
estaba haciendo 4.000 € limpios al mes
trabajando un día a la semana,
en remoto, para Ford USA.
Y si encontraba empresa…
sueldo mensual
+
posibilidad de ser millonario en 5 años.
Sobre el papel, todo cojonudo.
La realidad, ya te lo digo, es distinta.
Esto es una startup camuflada.
Yo tomé la decisión en dos fases:
Primero, analizando el modelo.
Y segundo, parando de levantar pasta para leer ENTERO el libro de Jan Simon
y el de Walker Deibel.
Cuando haces un cambio de carrera,
lo más difícil es conocerse a uno mismo.
Yo no vendo más porque no tengo un discurso definido de venta de mí mismo.
No caigas en ese error.
Hazte un buen autoanálisis.
En la página 4 del libro Jan te lanza estas preguntas:
¿Dónde he sido profesionalmente más feliz?
Yo, en la F1,
cruzándome con Lando Norris y Fernando Alonso por los pasillos.
Yo sí, tú no, amiguete.
Tenía la llave de mi escudería favorita,
me despertaba a las 5 a.m. con gusto,
y el bus a 300 pasos de casa me llevaba al trabajo de mis sueños.
¿Por qué pienso eso?
Porque me gusta ir rápido.
No soporto escribir a alguien y que me responda en 3 días.
En F1 lo tenías en cinco minutos. Eso me fascinaba.
¿Cuándo destaco al hacer cosas?
Definitivamente, no al final del proceso.
A mí se me da bien pensar y anticiparme.
Soy un generalista —el típico “maestro liendre”—
y soy capaz de conectar puntos que otros no ven.
¿Dónde encuentro propósito?
Ayudando a los demás.
Me encanta evitar sufrimiento si puedo.
Y si además se ríen conmigo, mejor.
Para ser CEO o dueño de empresa,
o tienes vocación de servicio,
o te vas al carajo con todo el equipo.
¿Qué pienso cuando corro, nado o monto en bici?
Soy hombre,
predador,
el reverso oscuro de Irene Montero.
Pienso en ese correo que no respondí,
en esa oferta pendiente,
en cómo nadar más rápido…
Nunca en cosas malas,
salvo que intentes joderme o joder a alguien que quiero.
Entonces prepárate.
Pero yo nunca empiezo las hostilidades,
eso sí:
a burro me ganas, a bestia te saco el rabo.
¿Qué me sale natural?
Ayudar y anticiparme.
¿Si no tuviera que trabajar?
Montaría un centro de innovación tipo McLaren,
en el astillero Nereo.
A crear sin parar.
Desde lo absurdo hasta lo preciso.
¿Cuál es mi propósito vital?
No divorciarme.
Ver crecer sanas a mis hijas.
Que mis padres puedan morir con dignidad.
Y pasar la mayor parte del tiempo con mis amigos en la ruta del campero.
Soy simple, no tengo aspiraciones,
como Maradona que erea una aspiradora.
“La vida no es un ensayo”, dice Jan.
Y tiene razón.
Si no la palmo antes, ya he vivido más de la mitad de mi vida.
Ahora toca afinar.
Y para eso, framework de escuela de negocio:
Habilidad, pasión y recompensa.

En mi caso:
Habilidad: comerme una hamburguesa simple del McDonald’s de un bocado.
Pasión: comer.
Recompensa: pasta. Porque en este sistema capitalista, el dinero compra tiempo.
Y el tiempo, amiguete…
es lo único que importa.
Hasta mañana.
Recuerda:
Te llevas 100.000 lerus si me presentas a un empresario zorro plateado que tenga un empresón:
Ventas 6 kilos/año, euros directos al taco, dos kilos/año limpio de polvo y paja, desde hace tres años. Que la relación ventas - neto sea de un tercio.
Que el dueño esté forrao a romper… recuerda, yo quiero ser ese también.
Una empresa sin sucesores y dueño en jubilación.
Que tenga muchos clientes, no quiero el clásico que depende de uno grande.
Te llevas 100.000 lerus solo si compro esa empresa, si no, te mando un abrazo en video, te lo prometo. Porque puede, que al final no compre un empresón, nunca se sabe lo que puede pasar en la vida.
Una empresita es lo mismo pero 10 veces más pequeña, si te quedas por aquí, te enseño a comprar o vender la tuya, y también a buscar el dinero, y a decidir abogados, y en fin a todo, pero quédate y pásale estos a inversores, por si se quieren enterar que esto es más rentable que las startups esas molonas con futbolines y gente dándolo todo de culo a culo.