El tonto motivao

Que no seas tú

Que no seas tú. Yo sí. Tú no. ¡Por Dios!
Yo fui un tonto motivao cuando me creí el chiste del enanito del desierto,
pero esa es otra historia.

Ahora viene la primera de una serie de siete historias.
Primera entrega: “La soberbia.”

En el mundo de la compra-venta de empresas
se mueve mucha pasta,
y donde se mueve mucha pasta
siempre hay ladillas que no la tienen y quieren acceso a ella.

No falla.
Es un patrón.

Además, ese tieso suele tener toda la confianza del vendedor,
y claro, se quiere poner medallas a tu costa.
Eres su jodido enemigo, por la cara.

Pero bueno, es mejor que lo sepas por mí,
a que te des cuenta tú solo en mitad de una negociación.

No solo eso:
las ladillas aparecen cuando más ganas tienes de empujar,
llevándote a una lamentable situación de excitación,
en la que tienes que contener todo tu ímpetu.

Los tontos motivaos aparecen cuando estás a punto de terminar una fase de la negociación
y va a empezar la siguiente.

Ahí aparecen las ladillas.

Yo he tenido ladillas muchas veces.
Yo sí. Tú no, amiguete.
Y no me las pude quitar:

  • El típico abogado que entra como un elefante en una cacharrería,
    más chulo que un ocho verde pistachao,
    no usa cenicero, se orina en la chusta para marcar terreno.

  • El “asesor”, también conocido como
    “el que nos hace los trimestres”.
    No ha vendido una sola empresa en su vida,
    pero claro, llegas tú con tus ganas de pagar
    y ya se imagina de gestor de patrimonio del vendedor,
    juntos en Brasil, pasándolo como El Dioni.

  • El cuñao.
    Literalmente, es el cuñado.
    En el primer resultado de Google sale que tienes que pedir 12 veces EBITDA,
    y si no, "déjamelo a mí, que yo le saco los cuartos",
    o "buscamos a otro comprador, total, este chaval va a arruinar la empresa en cuanto entre."

Con cada uno de estos figuras me he encontrado en el proceso.
Acaparan, malmeten,
y luego quieren una reunión que huele a mierda de táctica de negociación.

Recuerda:
solo quieren ponerse su medalla de ladilla oficial del reino.
No discutas con un imbécil.
Te llevará a su terreno y allí te destrozará.

Baja tu orgullo a mínimos insospechados
si quieres sacar adelante un trato de compra-venta.
De repente, todo el mundo quiere ser más listo que tú.

Y cuando ves a gente sin el graduado,
cobrando 70k/año,
jefe de taller
y no saben ni leer un plano,
créeme:
ahí es cuando te pones soberbio.

Con razón, claro.

Pero ya has perdido.
Porque esa ladilla, ese tonto motivao,
le susurra al oído cosas al vendedor.

Procura no ser soberbio como el resto.
Eso te dará una ventaja.

Hasta mañana.

Recuerda:

Te llevas 100.000 lerus si me presentas a un empresario zorro plateado que tenga un empresón:

  • Ventas 6 kilos/año, euros directos al taco, dos kilos/año limpio de polvo y paja, desde hace tres años. Que la relación ventas - neto sea de un tercio.

  • Que el dueño esté forrao a romper… recuerda, yo quiero ser ese también.

  • Una empresa sin sucesores y dueño en jubilación.

  • Que tenga muchos clientes, no quiero el clásico que depende de uno grande.

  • Te llevas 100.000 lerus solo si compro esa empresa, si no, te mando un abrazo en video, te lo prometo. Porque puede, que al final no compre un empresón, nunca se sabe lo que puede pasar en la vida.

  • Una empresita es lo mismo pero 10 veces más pequeña, si te quedas por aquí, te enseño a comprar o vender la tuya, y también a buscar el dinero, y a decidir abogados, y en fin a todo, pero quédate y pásale estos a inversores, por si se quieren enterar que esto es más rentable que las startups esas molonas con futbolines y gente dándolo todo de culo a culo.