El tío Ron

Tabaco y Formula 1

¿Sabías que McLaren no es una marca? Es un apellido.
Y como todo buen apellido con historia, esta empezó con un fundador que palmó demasiado pronto.

Bruce McLaren. Neozelandés. Piloto. Ingeniero.
Y, por encima de todo, un enfermo del automovilismo.
Murió con 32 años, en un accidente mientras probaba un coche de su propia escudería.

Dejó atrás un equipo recién fundado, con escasos recursos, pero con ADN ganador.
Lo que nadie sabía es que aquel proyecto no estaba muerto.
Solo necesitaba a su Ron Denis.

Ron tenía 33 años cuando llegó a McLaren. No venía de familia rica.
La pasta la levantó convenciendo a un puñado de millonarios alemanes y al vaquero de Malboro de que sabía lo que hacía.
Y vaya si lo sabía.

Metió la fibra de carbono en la Fórmula 1 cuando todos los demás seguían corriendo con botes de tomate reforzados.
A los pocos años: campeones del mundo.
Senna, Prost, Hamilton y Alonso... todos pasaron por el imperio que construyó Ron con sus manos, sus traumas y sus cojones.

Y cuando parecía que Ron moriría en su trono, llegó la traición.
Intentó recomprar el control del equipo en 2016… y perdió.
Su propio equipo le cerró la puerta en la cara.
Las acciones pasaron a manos del fondo soberano de Bahréin y otros inversores, y le dieron salida por la vía rápida.

Ahí entra Zak Brown.
Un americano sin pedigrí en la F1, pero con visión de negocio.
Fue elegido porque Zak es de los mejores clientes de McLaren,
que se dedicaba a mantener su colección.
No llegó con ideas raras. Llegó con un plan:

– fichó a gente joven, y otros con experiencia.
– invirtió en marca,
– y supo dejar espacio para que los ingenieros respiraran.

Hoy McLaren ha vuelto a ser campeón.
No gracias a Bruce, ni a Ron, ni a Zak.
Gracias a que cada uno supo dar un paso atrás en el momento clave.

Yo sé todo esto porque lo viví desde dentro.
Yo sí, tú no, amiguete.

Para muchos el tío Ron era un malvado, para mí, una inspiración,
en McLaren había un ambiente de obsesión por la perfección 
que rayaba la locura
tenías una duda,
lo ponías en Skype(RIP) y
en 5 minutos, ya estabas,
a 300 otra vez,
como echo de menos ese ritmo,
esa locura,
yo quiero comprar PYMES y
ponerlas a tope, solo hace falta ser un tiburón,
como el Tío Ron.

¡VIVA el Ron!

Hasta mañana.

Recuerda:

Te llevas 100.000 lerus si me presentas a un empresario zorro plateado que tenga un empresón:

  • Ventas 6 kilos/año, euros directos al taco, dos kilos/año limpio de polvo y paja, desde hace tres años. Que la relación ventas - neto sea de un tercio.

  • Que el dueño esté forrao a romper… recuerda, yo quiero ser ese también.

  • Una empresa sin sucesores y dueño en jubilación.

  • Que tenga muchos clientes, no quiero el clásico que depende de uno grande.

  • Te llevas 100.000 lerus solo si compro esa empresa, si no, te mando un abrazo en video, te lo prometo. Porque puede, que al final no compre un empresón, nunca se sabe lo que puede pasar en la vida.

  • Una empresita es lo mismo pero 10 veces más pequeña, si te quedas por aquí, te enseño a comprar o vender la tuya, y también a buscar el dinero, y a decidir abogados, y en fin a todo, pero quédate y pásale estos a inversores, por si se quieren enterar que esto es más rentable que las startups esas molonas con futbolines y gente dándolo todo de culo a culo.