El pastel de H

En inglés, claro.

Según el tío Jan, hay un perfil de searcher que se lleva la palma.

Aunque reconoce que, por encima de todo, hay una característica clave: la honestidad.
O mejor dicho, la ética.

Es increíble que esto haya que remarcarlo.
Pero lo voy a decir para que quede claro:

Con tus socios te casas.
Con papeles de por medio.

Es una especie de matrimonio moderno mega guay.
Una relación abierta… pero con mucha gente frecuente que viene a dipear.

Así que en una relación hay que ser sincero.
Si hay problemas, hay que contarlos.
Si no hay dinero, hay que decirlo.
Si pasa algo, hay que resolverlo.

Ocultar cosas no es buena idea.
Y mucho menos mentir.

Lamentablemente, esto hay que recalcarlo porque no parece ser un estándar en el equipamiento del cerebro medio.

Humilde.
El que va de sobrado acaba en la cuneta.
Los inversores con callo valoran más a un tipo que escucha y aprende que a un gallito de corral.
La humildad es reconocer que esto va de colaborar y absorber conocimiento, no de fliparse en LinkedIn.

Honesto.
Aquí no hay trampa ni cartón.
Puedes cagarla con los números, con el equipo o con el banco… pero si la cagas con la ética, estás muerto.
La honestidad es la única H que no se negocia.
Sin confianza no hay negocio, hay estafa.

Hambriento.
Esto no es para blanditos.
Es una montaña rusa emocional.
Hace falta hambre, ambición y cojones para aguantar due diligences, caídas de deals y madrugones infinitos.
Sin fuerza de voluntad, no llegas ni al calentamiento.

Feliz.
Eres el Vendedor en Jefe.
Si no transmites energía positiva, nadie te seguirá.
Convencer a alguien de vender su legado no se hace con mala cara.
A veces, una sonrisa vale más que un Excel.

Obstáculos.
El éxito en esto va de probabilidades.
Si tu búsqueda es seria, reduces piedras en el camino y aumentas las opciones de éxito.
Si vas a buscar una empresa a 20 km de tu casa con vistas al mar… pues oye, mejor que te quedes en el chiringuito.

Sesgo de lo que ocurre.
Muchos searchers ya venían de emprender.
No tenían la idea del siglo, pero sí el chip emprendedor: valor, creatividad, pasión, contactos.
La clave está en el “darle ritmo, sensación de urgencia”: meter velocidad para cerrar acuerdos, pero sin atropellar al personal.

Con y sin.
El famoso “syndicate pie”.
Los compromisos al principio son blanditos, nadie quiere pillarse los dedos.
Hasta que no ven quién está dentro, no ponen la guita.

Pero recuerda: cada inversor evalúa una H diferente.
La única que nunca se negocia: la honestidad.

Y para serte muy honesto:
Mañana me voy a Almayate, a la playa del Hornillo, con 5 tías.

Yo sí, tú no, amiguete.

Te diría que te vinieras, pero son:
Mi vieja, mi suegra, mis hijas y mi futura exmujer.

Vamos, si te llevas a mi suegra, me haces un rey.

Hasta el lunes.

Recuerda:

Te llevas 100.000 lerus si me presentas a un empresario zorro plateado que tenga un empresón:

  • Ventas 6 kilos/año, euros directos al taco, dos kilos/año limpio de polvo y paja, desde hace tres años. Que la relación ventas - neto sea de un tercio.

  • Que el dueño esté forrao a romper… recuerda, yo quiero ser ese también.

  • Una empresa sin sucesores y dueño en jubilación.

  • Que tenga muchos clientes, no quiero el clásico que depende de uno grande.

  • Te llevas 100.000 lerus solo si compro esa empresa, si no, te mando un abrazo en video, te lo prometo. Porque puede, que al final no compre un empresón, nunca se sabe lo que puede pasar en la vida.

  • Una empresita es lo mismo pero 10 veces más pequeña, si te quedas por aquí, te enseño a comprar o vender la tuya, y también a buscar el dinero, y a decidir abogados, y en fin a todo, pero quédate y pásale estos a inversores, por si se quieren enterar que esto es más rentable que las startups esas molonas con futbolines y gente dándolo todo de culo a culo.