Cuchillos voladores

Y susurros en el teléfono.

Y susurros en el teléfono, cuando se acerca el momento de la verdad.

Vender una empresa no es cómodo para el dueño,
por muchísimas razones.
Una de ellas es que si se corre el rumor,
empieza a alterarse el rebaño,
y eso es lo último que quieres en una pyme:
inestabilidad.

Cada vez que he visitado un negocio me sentía como Sabina en su temazo “La del Pirata Cojo”:
he sido de todo, de todo:

  • Consultor

  • Asegurador

  • Amigo de la familia

  • El que venía a hacer una entrevista

He sido de todo, menos lo que tocaba ser.

Y claro, una mentira vale,
pero seis meses ya empieza la cosa a oler a nuevo jefe más que a consultor.

Y en ese momento, ocurre de todo.
Y hay que ser muy hábil.

No hay que establecer vínculos con nadie,
ya que eso puede dar lugar a interpretaciones peregrinas.
A ver:

  • Hay ladillas que tenían sueños húmedos con sustituir al dueño cuando se fuera.

  • Otros que abandonan el barco cuando se va el capitán.

  • La secretaria que lo sabe todo y solo se lo cuenta a su amiga en el café de los viernes.

  • El chulito que te la tiene jurada porque sabe que no le vas a dar sobres en negro por ser el chivato del jefe cuando entres tú.

  • Y también están esos empleados que son joyas, infravalorados,
    a los que se les ilumina la cara pensando en que las cosas se empezarán a hacer bien

Es el clima ideal para un polvorín,
y hay que saber navegar con sigilo y neutralidad.
Y eso se consigue siendo un verdadero estratega.

Por ejemplo:
yo fingí desprecio (pactado) con un trabajador
para que ciertos perfiles no le hicieran la vida imposible.

Llegaba a la empresa y le saludaba sin ser muy efusivo.
Con el resto era más cercano.
Pero a este se la tendrían jurada, solo por tener habilidades sociales.

Nos veíamos en localidades a 50 km de la empresa para que nadie sospechara.
Jamás contó nada del ambiente que se estaba cociendo.
Yo solo estaba interesado en su visión del negocio.

El tipo no tenía estudios,
pero tenía claro el plan estratégico.
Sin escuelas de negocio.
Sin trajes de chaqueta.
Llevaba un mono comío de mierda
y estaba entusiasmado por el futuro que nos esperaba y
que él mismo estaba trazando.

Al final, no pude comprar esa empresa.
Pero al menos salgo a coger setas con él.
Y lo ficharé en mi próxima adquisición, yo sí, tú no, amiguete.

Palabra de gitano, payo.

Eso va a misa.

Hasta mañana.

Recuerda:

Te llevas 100.000 lerus si me presentas a un empresario zorro plateado que tenga un empresón:

  • Ventas 6 kilos/año, euros directos al taco, dos kilos/año limpio de polvo y paja, desde hace tres años. Que la relación ventas - neto sea de un tercio.

  • Que el dueño esté forrao a romper… recuerda, yo quiero ser ese también.

  • Una empresa sin sucesores y dueño en jubilación.

  • Que tenga muchos clientes, no quiero el clásico que depende de uno grande.

  • Te llevas 100.000 lerus solo si compro esa empresa, si no, te mando un abrazo en video, te lo prometo. Porque puede, que al final no compre un empresón, nunca se sabe lo que puede pasar en la vida.

  • Una empresita es lo mismo pero 10 veces más pequeña, si te quedas por aquí, te enseño a comprar o vender la tuya, y también a buscar el dinero, y a decidir abogados, y en fin a todo, pero quédate y pásale estos a inversores, por si se quieren enterar que esto es más rentable que las startups esas molonas con futbolines y gente dándolo todo de culo a culo.